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Español

La privacidad en la Edad Media

Escrito por Danièle Cybulskie

Traducido por Pilar Espitia

Les cuento que he estado leyendo un muy buen libro esta semana (que debe permanecer en el anonimato), pero tuve que parar en seco debido a algunas declaraciones extrañas acerca del pensamiento pre-moderno. Ya que este autor no es el único a quien le he escuchado decir esto, pensé que valdría la pena tomarse cinco minutos para abordar una de estas proposiciones: que la privacidad es una idea relativamente nueva.

Si estamos hablando de la privacidad en términos de “partes privadas”, por milenios la gente ha usado ropa por modestia y protección, entonces esta teoría no tiene mucho peso. Muchas mujeres medievales cubrían su cabello, por ejemplo, para ocultarlo de la mirada pública. Las monjas en algunas comunidades continuaron con este hábito (nótese el juego de palabras) debido a razones similares hasta la actualidad.

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Si hablamos de privacidad física, entonces sí, la gente ha vivido en espacios compartidos por miles de años (y todavía muchas personas viven en condiciones similares). Los campesinos medievales frecuentemente tenían casas que eran una gran habitación, en la que la familia dormía, comía y, en general, vivía. A menudo, también este espacio era compartido con animales. Las razones para esto, sin embargo, no eran porque la privacidad era desconocida. Las personas compartían espacios por razones prácticas: calor y seguridad, siendo las razones más cruciales. Entre más rica la gente era, más espacios privados tenían, y si eran muy ricos construían guardarropas (baños). Me parece que la privacidad era definitivamente necesaria cuando se trataba de construir viviendas, aunque era algo secundario cuando se hacían consideraciones de lo necesario. No es tanto que la privacidad fuera desconocida sino que, ahora, mucho más que antes, más occidentales modernos pueden pagar espacios privados, seguros y con calefacción.

No obstante, es posible que este autor estuviera hablando de la privacidad mental, ya que unos párrafos más adelante hay una referencia sobre Shakespeare posiblemente como inventor del monólogo interno (este es un debate para otra ocasión). A esto respondería, de nuevo, que la privacidad no era desconocida en el pasado. Los secretos de la corte ciertamente tenían que mantenerse en secreto por razones de seguridad, y en esas circunstancias siempre había tacto.

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Sir Gawain en Sir Gawain y el caballero verde tiene un conflicto central acerca de qué debe ser de conocimiento público y que debe permanecer en privado, ambas ideas para complacer los sentimientos de su anfitrión, y para salvar su propia vida. La gente real también tenía que considerar las consecuencias de hablar sobre sus propios pensamientos ya que, incluso siglos atrás, “una lengua suelta podía causar el naufragio de barcos”. Presuntamente, cuando Enrique II gritó “¿Acaso nadie me va a librar de este cura tormentoso?” Thomas Becket fue martirizado. Claramente, esto debió permanecer como un monólogo interno.

Para la gente que practicaba sus creencias religiosas, las confesiones personales eran hechas a un cura por la simple razón que era el único que podía absolver los pecados de los creyentes. Escoger entre la vergüenza personal o una potencial condena eterna parecería una elección muy obvia. Los eremitas y anacoretas, como Julian de Norwich, también se aislaban para poder contemplar su fe de mejor manera, ya que la conversación podría distraer a ambos, al hablante y al escucha. La meditación privada era central para la práctica de la fe.

Me es fácil ver cómo una persona moderna podría caer en el error de pensar que la gente no se guardaba sus pensamientos para sí, ya que dictar era una parte esencial para una población que era en su mayoría analfabeta. Si se necesitaba mandar una carta privada, por ejemplo, se tendría que exponer los pensamientos en voz alta. Esto no significa, sin embargo, que no se hubiera preferido reservar estos pensamientos para sí.

Si alguna vez tengo la oportunidad de sentarme con este autor, le compartiría este bello poema anglosajón llamado The Wanderer en el cual se destacan varias referencias sobre guardarse los pensamientos para sí (por cierto, también es la inspiración para la canción de Aragorn, “Rohan”, en El señor de los anillos, una gran pieza de información curiosa que siempre pueden guardar en el bolsillo). Mientras tanto, pienso que iré a terminar la lectura de ese libro en privado.

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Puedes seguir a Danièle Cybulskie en Twitter: @5MinMedievalist

Artículo publicado originalmente en inglés como Privacy in the Middle Ages

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