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Español

¡El bebé! Los partos medievales

Escrito por Danièle Cybulskie

Traducido por Pilar Espitia

Como casi todo en la Edad Media, el proceso de dar a luz estaba enfrascado en la superstición y la religión. Habían encantos específicos, a menudo reemplazados por rezos sospechosamente similares, que se decían para mantener a ambos, la madre y al bebé, ilesos durante y después del parto. La intercesora más a menudo invocada entre la madre y Dios era, por supuesto, La Virgen María, que habría pasado también por tal proceso. La experiencia de María en estos temas la hacía más cercana a las mujeres, que rezaban en todo tipo de circunstancias, pero especialmente, en el parto.

Aunque el sexo dentro del matrimonio era aceptable (aunque a regañadientes) para propósitos de la procreación, el embarazo era un proceso siempre manchado por el pecado, ya que empezaba con la lujuria. La mujer, después del parto, regresaba a la iglesia cuarenta días después del nacimiento, cuando volvía a asistir a la misa, esta vez trayendo una vela. La naturaleza sucia del parto incluso aplicaba para la misma Virgen María (aunque esto me parece un poco hipócrita si se considera la naturaleza de su embarazo), y el regreso de María a la iglesia era celebrado con una festividad ampliamente difundida llamada “Candlemas” en Inglaterra (La Fiesta de la Candelaria para el mundo hispanoamericano), que sucedía cuarenta días después de la Navidad.

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Parece ser una creencia común que las personas medievales no trataban a sus hijos con la reverencia que lo hacemos ahora, –después de todo, muchos niños no sobrevivirían a la infancia–. No hay una evidencia real para apoyar esta teoría, aunque sí –pienso yo– mucha más evidencia convincente de lo contrario. A medida que la Edad Media avanzaba, una tendencia religiosa (que ahora llamamos “piedad afectiva”) surgió, en la que se veía a las mujeres meditando sobre el nacimiento y la crianza temprana de Jesús (incluyendo la lactancia). Tales reflexiones tenían como fin influenciar a las mujeres emocionalmente, para que así se sintieran conectadas más profundamente con su religión. Me parece que, si el alumbramiento de un niño hubiera sido tan intrascendente, este movimiento nunca hubiera ocurrido.

Tristemente, mucho del ritual alrededor del nacimiento se ha perdido, como muchas otras cosas, ya que el embarazo y el parto de los niños estaba bajo el dominio de mujeres. Si bien tenemos libros sobre etiqueta que abordan el uso correcto de una servilleta, el proceso del nacimiento está envuelto en misterio, ya que, por lo general, la mayoría de personas encargadas de escribir durante la época eran monjes y curas; tal asunto apenas si podría haberles sido útil.

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Al hacer una búsqueda en Google sobre “partos medievales”, serán recompensados con imágenes (algunas un poco gráficas) que muestran mujeres atravesando esta experiencia transformadora. Les invito a que observen y vean qué diferencias y semejanzas pueden encontrar en el milagro de la vida, entonces y ahora.

Puedes seguir a Danièle Cybulskie en Twitter: @5MinMedievalist

Artículo publicado originalmente en inglés como Oh Baby! Medieval Childbirth

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